jueves, 25 de marzo de 2010

El inquisidor poder de la mente

Todos hemos nacido con la capacidad de hacer algo bien desde nuestro aspecto de ver las cosas.

Desde temprana edad, como todo niño me interese por el dibujo, el lápiz y el papel me sirvieron de medios de expresión para elaborar cosas interesantes desde mi punto de vista, cosas que las veo en el momento y ahora me avergüenzo de ellas; pero todo esto es parte del proceso evolutivo del crear.

Con el pasar de la jornada fui notando cambio en los dibujos del día presente y los que permanecían en el pasado. Me fui perfilando, ya sabia y podía hacer críticas a otros trabajos, desde la idealización que había forjado.


Poseía un buen trozo de tiempo en una escuela de arte, cuando quise diversificar un poco mi vida. Fue allí cuando conocí a Alicia, pague por ella, la lleve a mi casa, quedamos en la intimidad de mi habitación, allí fue donde me di cuenta que todo era más arduo de lo que figuraba, después me lo hizo saber a través de terceros.

Ella me insistía que tenía que cambiar lo que estaba logrando, mi forma de expresión visual bidimensional. Me imponía un sinfín de condiciones las cuales acepte a seguir, entre estas estaban dedicarle más tiempo a ella que a mi arte natural, que dejara sufrir las yemas de mis dedos dejándolas padecer de dolor por pequeños cayos, que aprendiera un nuevo lenguaje solo para practicarlo con ella, que escuchara y viera como se comportaban otros para que asi lo realizara con ella y otras condiciones que no las cuento para no prolongar la historia.

La situación se tornaba difícil, mi cerebro no quería tolerar las circunstancias, siempre me atormento dejándose fijar en el que jamás iba a poder hacer nada interesante con Alicia. Recuerdo que cada escalón se volvía más arduo de alcanzar y las ganas de tocarla se alejaban de mi capacidad asimilativa.

Se combinaron mi cerebro y Alicia para que no continuara evolucionando. No los maldigo ni le guardo rencor. Y les doy gracias. Si, las gracias a mi cerebro, porque me ha dejado convivir con mi forma de expresión visual bidimensional, sin perder facultades y gracias a Alicia por posarme y no importarle que tan deformada y dolorosa la pueda representar.

Gracias a Alicia mi guitarra por estar conmigo desde que nos juntamos.

El nombre de Alicia es por el libro “Alicia en el país de las maravillas” del Famoso escritor y matemático Lewis Carroll.

2 comentarios:

tribal dijo...

my apero!

Manus dijo...

Gracias tribal. me siento bien por que te haya gustado